En las distintas culturas occidentales, el número siete ha ido siempre asociado a buenos augurios y está relacionado con la buena suerte.
En la Antigüedad, cuando el conocimiento del ser humano se basaba en la observación de los fenómenos naturales que le rodeaban, es cuando nació, aparentemente, la relación del hombre con el número siete. Al mirar al cielo a simple vista, comprobaron que había unos cuerpos brillantes que permanecían inmóviles: las estrellas; pero a su vez, pudieron ver otros cuerpos que variaban su posición, astros a los que llamaron errantes: la Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Efectivamente, son siete.
Como muchos habréis pensado, los días de la semana también son siete y sus nombres derivan de estos siete cuerpos celestes errantes (Lunes: día de la Luna, Martes: día de Marte, etc.), pero los siete días que dura la semana no son consecuencia de esta observación, sino de la de las fases lunares. Las cuatro fases de la Luna (Nueva, Creciente, Llena y Menguante) duran cada una siete días.
Es decir, la magia que envuelve al número siete deriva de la importancia que tenían los fenómenos naturales para el hombre de la Antigüedad. Algunos filósofos griegos se hicieron eco de esta importancia para formular sus doctrinas, como Pitágoras y sus trivium y cuadrivium, los tres principios y los cuatro elementos, cuya suma resulta siete, y a su vez sirvió de base de la división de las artes liberales en siete grupos.
En la tradición judeocristiana nos encontramos que Dios creó el mundo en siete días (seis de trabajo y uno de descanso). Siete brazos son los que tienen los candelabros judíos. También son siete las jerarquías angélicas y los arcángeles. En el antiguo testamento, el número siete aparece setenta y siete veces. En el Apocalipsis, el apóstol Juan nombra siete iglesias, siete estrellas, siete espíritus de Dios, siete trompetas, siete truenos, siete cabezas, siete plagas, siete copas, siete ángeles, siete montañas y siete reyes. También son siete los pecados capitales, las virtudes teologales y los sacramentos. En las culturas y religiones orientales también está presente el número siete. Siete son los chakras que posee el cuerpo humano en el hinduismo. En el bushido japonés, sus virtudes son también siete.
Son siete las notas musicales que cualquier instrumento puede reproducir. Newton descubrió que cuando un haz de luz atraviesa un prisma (fenómeno que reproduce artificialmente la creación de un arco iris), el espectro de la luz se divide en siete colores, la mayoría de mamíferos tiene siete vértebras cervicales, existen siete tipos de virus, la tabla periódica de los elementos dispone de siete periodos, la clasificación de las artes en siete, las siete maravillas del mundo, los siete sabios de Grecia, las siete colinas y los siete reyes de Roma…
Como podéis ver, el número siete está envuelto de un halo de magia y de misterio que quizás nunca encuentre explicación racional más allá de las primeras observaciones del cielo del hombre en los albores de la civilización. Quizás fue sólo esto, quizás son coincidencias, o quizás hay algo más que se nos escapa.
Pero no se le escapó a nuestro bloguero “Mosca cohonera”
En su "post" (entrada): “EL SIETE ES EL NÚMERO DE LA SUERTE EN PALMA”, de 26 de abril de 2012…
Nos hace una curiosa observación, en “La Crónica de Palma del Río” el Sr. Alcalde siempre aparece siete veces en las fotografías.
Y es rigurosamente cierto. Coged “La Crónica de Palma del Río” correspondiente al mes de agosto de 2012, año IX, número127:
1ª vez que sale el Sr. Alcalde, página: 3.
2ª vez que sale el Sr. Alcalde, página: 6.
3ª vez que sale el Sr. Alcalde, página: 7.
4ª vez que sale el Sr. Alcalde, página: 10.
5ª vez que sale el Sr. Alcalde, página: 10.
6ª vez que sale el Sr. Alcalde, página: 12.
7ª vez que sale el Sr. Alcalde, página: 14.
Lo dicho, el número siete está envuelto de un halo de magia y de misterio que quizás nunca encuentre explicación racional… como muchas cosas que pasan en esta bonita ciudad rodeada por dos ríos y de naranjos.
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