domingo, 15 de octubre de 2017

LA ESTACA, L´ESTACA Y LA ESTACADA.

El abuelo Siset estaba convencido de que la estaca o l´estaca a la que estamos atados los pueblos podía quebrarse: si tiramos fuerte, la haremos caer; si estirem tots ella caurá.

Para ello proponía: si yo tiro fuerte por aquí, y tú tiras fuerte por allí, seguro que cae, cae, cae, y podremos liberarnos; si tu l´estires fort per allá segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar.
Lluís Llach, autor de esta letra compuesta en 1968, emplea una metáfora para hacernos ver que la libertad es posible… solamente tenemos que liberarnos de las ataduras que nos ligan a la estaca o l´estaca que nos ancha e impide conseguir esa ansiada libertad.
 
Para liberarnos, tenemos que empujar TODOS… ¿TODOS? ¡No!, todos no empujan, aunque todos lleven su estaca a cuestas. Los hay que se han acostumbrado tanto a ella que creen que forma parte de su cuerpo, de su ser, de su identidad y por lo tanto, de la de los demás. Y cuando ven que otros intentan romper las ataduras que los ligan de por vida a la estaca o l´estaca chillan, aúllan, berrean, se escandalizan cuando el pueblo pide libertad y entonces enarbolan banderas, curiosamente de los mismos colores: rojo y amarillo, estos son los que tienen la estaca o l´estaca más alta y más pesada, como los mástiles de las banderas, los que más patriotas se muestran… ¿Qué quiénes son? Los políticos, de un bando y de otro que quieren que el pueblo, sea español, catalán, andaluz, vasco, gallego, valenciano… siga llevando la estaca o l´estaca; a ellos les conviene tener un pueblo, sumiso, dócil, manso, obediente, doblegable, manejable, maleable, rendido… por eso se cachondean del pueblo se burlan de él, se pitorrean y se chotean y encima los echan a pelear a unos pueblos contra otros, como si todos los que formamos parte del pueblo no tuviéramos los mismos problemas o problemes.

Al final, como siempre, el pueblo es el que pierde y sigue llevando su estaca que no se pudre, porque le han enseñado a cuidarla y a pintarla con los mismos colores: rojo y amarillo.

Estos políticos, de uno y un altre bando, siempre han dejado y siguen dejando al pueblo en la estacada… Y encima hay quien sigue votándolos por lo bien que lo hacen.
 

martes, 3 de octubre de 2017

“SER ESPAÑOL” EN ESPAÑA

Estamos viviendo estos días una eclosión de nacionalismo español, se venden banderas constitucionales (y algunas que no lo son) en las tiendas, agotando las existencias, somos más españoles que cuando la selección ganó el mundial pero… qué es ser español, vamos a intentar definir ese “ser español”, desde nuestro punto de vista, claro está, como no podía ser de otra manera.
Para ser español hay que ser masoquista y gozar con verse humillado o maltratado por políticos y gente de alta alcurnia y además complacerse en sentirse humillado o maltratado. Por eso el español no condena la corrupción y el que se esquilmen las arcas públicas, no le parece mal que se entregue dinero público, a fondo perdido, a los bancos, detrayéndolo de la Sanidad, la Educación y la inversión pública. El español auténtico, piensa que el dinero público cae del cielo y no tiene conciencia de que sale de su bolsillo a través de los impuestos directos y sobre todo, los indirectos (que son los que paga todo el mundo independientemente de los ingresos que tenga) por eso sigue votando a partidos corruptos que se han sentado en el banquillo de los acusados. El auténtico español condena a un gitano que roba unas gallinas, pero aprueba en las urnas a los que se lo llevan calentito, eso sí, siempre y cuando lleven traje, corbata y sean unos señores como Dios manda.
Para ser español hay que ser de derechas y apoyar a partidos que legislan en contra de los intereses del pueblo. El auténtico español apoya la reforma laboral que destruye empleo de calidad y deja empleo precario y a trabajadores sin derechos. El auténtico español apoya la Ley mordaza, es partidario de los recortes en Educación y Sanidad y de la bajada de pensiones al populacho, se conforma con las migajas que dejan los ricos y poderosos, las acepta y le parece bien. Por eso no protesta, al fin y al cabo, el español lo único que quiere es “su pan, su hembra y la fiesta en paz” como dice la letra de la canción de la ejemplar transición española.
Para ser español hay que denostar todo lo público y apoyar lo privado, aunque no pueda pagarlo. La Sanidad Pública es muy mala, la buena es la de pago. La enseñanza pública está totalmente desprestigiada, la mejor es la concertada y privada… pero cuando hay un grave problema de salud, bien que acuden a hospitales públicos porque esa sanidad privada a la que apoya, no le atiende. Y si son tan partidarios de la enseñanza concertada y privada… porqué no la pagan de su bolsillo y porqué llevan a sus hijos a universidades públicas.
Para ser español, hay que ser machista porque no olvidemos que estamos hablando del “ser español” no española. El ser español conlleva tener unos atributos masculinos muy grandes y gordos y el hacer lo que de esos atributos le salga en cada momento. Las mujeres son propiedad de cada macho ibérico y están para lo que están… son “el reposo del guerrero”, y cuando ellas se niegan, pasa lo que pasa; eso sí cuando hay que echarle atributos a algunas cuestiones, el español de pro, se echa atrás, se va a su casa y se sienta en la mesa camilla y espera a que otros le solucionen los problemas, que su padre ya se lo dijo, cuando fue a la mili, que no se señalara.
Para ser español hay que ser Católico, Apostólico y Romano; nuestra gloriosa historia y nuestra cultura de siglos así lo imponen. No se entiende un español que no sea macareno, rociero, y partidario, a muerte, de la patrona de su pueblo… que no sea miembro de una cofradía, a ser posible de negro que son más serias, eso sí, la Iglesia Católica, Apostólica y Romana que la pague el Estado con dinero de todos los que viven, trabajan y pagan sus impuestos en España sean ateos, agnósticos, musulmanes, ortodoxos… da igual, el dinero para la Iglesia Católica que es un pozo sin fondo. Y de la doctrina Católica, el auténtico español, coge la parte que le interesa e ignora la que no le conviene, no comprende que el catolicismo es un pack indivisible que se coge o se deja… tampoco se lo explica el cura de almas, que mientras entre dinerito… pelillos a la mar.
Para ser español hay que ser monárquico, al auténtico español le encanta rendir pleitesía a un rey, agacharse, hacer genuflexiones y emplear la palabra “real” en sus ferias, cofradías y demás… y si para colmo la monarquía llega a España de manos del dictador Franco cuando un 22 de julio de 1969, el entonces príncipe de España don Juan Carlos, era designado por Franco como su sucesor en la Jefatura de Estado con título de Rey, pues mejor. El nombramiento de Juan Carlos daba cuerpo a la inconclusa Ley de Sucesión de 1947, en la que España se constituía en reino aun careciendo de un rey y saltándose a la torera las normas de la Monarquía Española tan tradicional y antigua. En España no reinó el hijo de Alfonso XIII, sino su nieto, impuesto por el dictador Franco y al auténtico español monárquico, esto le pareció bien, por tanto, se apartó del trono a don Juan de Borbón y Battenberg, tercer hijo de Alfonso XIII, jefe de la casa real española en el exilio desde el 15 de enero de 1941 hasta el 14 de mayo de 1977, cuando cedió este título a su hijo, el Rey don Juan Carlos I, rey de España no por la gracia de Dios, sino por el dedo del dictador Franco y en contra de su propio padre al que correspondía, por derecho, ser Rey de España.
Para ser español hay que ser un cotilla, amigo de chismes y cuentos, fan de programas donde gente a la que llaman “famosa” va a contar lo que le han escrito en un guión para subir audiencia y obtener así más publicidad en la cadena de radio o televisión, sobre todo ésta última. Al auténtico español le encantan los chismes y los cuentos chinos, es más, prefiere que le cuenten cuentos chinos a conocer la realidad, prefiere oír mentiras (piadosas o no) en vez de verdades como puños y prefiere ver la vida color de rosa en vez de ver y afrontar la vida como es, con muchos colores y desde muchos puntos de vista.
Para ser español hay que criticar a la juventud, esos “perro flautas” que no dan un palo al agua… porque el auténtico español, a su edad, ya estaba trabajando y llevando un sueldo a su casa. En el fondo y… porqué no decirlo, en la forma, lo que el auténtico español tiene es envidia de la mala (juventud divino tesoro… que diría el poeta) porque son jóvenes y muchos de ellos tienen, como mínimo, una carrera universitaria y un máster y él sólo tiene los conocimientos que le da el telediario, se sabe inculto, pero jamás lo reconocerá ni comprenderá la forma de pensar de una juventud que intelectualmente está a años luz del concepto decimonónico de “ser español”.
Para ser español hay que ser anti algo. Sí, se es más español cuando se es anti-catalán o anti-británico (Gibraltar español)… aunque los españoles que emigran a Catalunya, cuando tienen un hijo o una hija allí, en vez de ponerles nombres como Rocío, Macarena, Rafael… le ponen: Albert, Andreu, Biel, Carles, Carme, Dolors, Enric, Jaume y sobre todo Jordi y cuando vienen a ver a la familia… parlen en català. Y además todos los españoles están empeñados en aprender el idioma de quien, en virtud del Tratado de Utrecht, posee un trozo de suelo patrio desde 1715, la pérfida Albión… ¡País! que diría Forges.
Fuera de España “ser español” es ser torero, bailaor de flamenco y consumidor de paella (un plato típico de Valencia).
¿Y ser andaluz? Pues es lo mismo que ser español pero… más en plan pobre, más inculto (no sabemos hablar bien el español), conformista con el actual “statu quo”, gente vaga que no trabaja y cobra “el paro”, que siempre estamos de fiesta y que está contenta con su forma de vivir y todo ello, con mucha alegría y baile “mi arma” que esta, además de ser la tierra de María, es la tierra del latifundismo, del señoritismo, del Sol y la guasa.
Con esta perspectiva todavía hay quien no comprende a gente que, viviendo en la península Ibérica, no quiere ser español.

¡Ay! Abuelo Siset… no aprenden nada y así nos va. Como diría Dorio de Gádex: "Santiago y abre España, a la libertad y al progreso".

domingo, 1 de octubre de 2017

“ANDALUZ NO VOTES, ESTE NO ES TU REFERÉNDUM”

"Andaluz este no es tu referéndum" este fue el lema con el que la UCD (Unión de Centro Democrático), el partido de Adolfo Suárez, se posicionó en 1980 contra las pretensiones de autogobierno pleno que queríamos los andaluces.
¿Desde cuándo, a los largo de la historia, los cambios en las sociedades han venido desde arriba?

Y es que a la derecha española, jamás le han gustado las urnas, ya sean transparentes, translúcidas u opacas. Las aceptaba, las acepta y las aceptará siempre como un mal menor. Y solamente está de acuerdo con ellas cuando el resultado les es propicio.
El caso es que los políticos jamás han entendido que no se puede ir en contra de lo quiere un pueblo.
¿Recuerdas lo que pasó con la autonomía Andaluza? Te dejo unos links para que repases nuestra historia.
¡Ay! abuelo Siset... no aprenden nada.