El 19 de marzo de 1812, hace hoy doscientos años, se promulgaba en Cádiz la primera Constitución Española. Las Cortes se constituyeron en una sola cámara integrada por algo más de 300 diputados y mientras España estaba ocupada por los franceses y con una economía totalmente destrozada por la guerra, en vez de refugiarse en viejas fórmulas absolutistas, aquellos diputados dieron un paso al frente y elaboraron la Constitución más avanzada de su época para sacar a España de la crisis que la asolaba.
Hay cosas muy curiosas en esta Constitución, en primer lugar, las cortes consagraron un sistema unicameral, es decir, una sola cámara, no había “Senado”.
Las Cortes estaban compuestas por 97 eclesiásticos, 60 abogados, 55 funcionarios públicos, 37 militares, 16 catedráticos; los demás puestos se repartían entre propietarios, comerciantes, escritores y médicos, además de ocho aristócratas de título.
Por primera vez, en su artículo segundo se establecía: “La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”.
En su artículo tercero dispuso: “La soberanía reside esencialmente en la nación y, por lo mismo, pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”.
Claro está que con esta declaración de intenciones la Constitución estaba condenada al fracaso. A los dos años, en mayo de 1814, fue abolida por Fernando VII.
Ha llovido mucho desde entonces, España en doscientos años ha cambiado mucho pero hay cosas que nunca cambian en nuestro solar patrio.
Cuando conseguimos hacer una Constitución avanzada para sacar a España de su situación, llegan los del Antiguo Régimen y se la cargan; cuando decimos que España es libre e independiente, llegan los del Antiguo Régimen y se lo cargan; cuando manifestamos que la nación española no puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona, llega el Rey de turno, en este caso, Fernando VII “El Deseado”, y se lo carga.
Cuando en la España actual alcanzamos un estado de bienestar comparable al Europeo, llegan los del Régimen y se lo cargan a base de recortes y de machacar al pueblo y meterle miedo en el cuerpo. Cuando el movimiento obrero consigue, después de muchos años de lucha, de muchos palos, de mucha cárcel e incluso de muertos, proteger los intereses más básicos de la clase trabajadora, llegan los del Régimen y se lo cargan con un Decreto que pone a los trabajadores de rodillas ante los empresarios y que para colmo, como reconoce el mismo gobierno, no va a solucionar el problema del paro.
Cuando creemos que los españoles somos dueños de nuestro destino, resulta que nos dictan lo que tenemos que hacer desde Alemania y desde Francia, pero… no tuvimos ya una Guerra de Independencia contra los gabachos para no someternos pues, doscientos años después, nos sometemos sin problemas y sin que el alcalde de Móstoles diga nada, posiblemente porque sea del Régimen.
Cuando creemos que los que nos gobiernan son buenos administradores de los bienes de todos los españoles resulta que no, que se lo están llevando calentito, que al parecer, solamente los “tontos” no han metido mano en las arcas públicas, que la corrupción es la noticia nuestra de cada día y que nuestra justicia, es capaz de meterte en la cárcel por robar en un supermercado o por investigar lo que no debes; pero no es capaz de perseguir el fraude fiscal, la economía sumergida o de localizar los miles de millones de euros españoles que, a través de empresas fantasmas, están en paraísos fiscales mientras que los amigos de lo ajeno, ocupan tribunas de honor en actos oficiales o presiden grandes corporaciones y el pueblo llano tiene que pagar con la subida de impuestos, el paro y la desesperanza sus excesos, creyéndose, para colmo, que son los culpables de la crisis, mientras que banqueros y especuladores, se frotan las manos y se ríen satisfechos con las medidas que toma el actual Gobierno de España.
¡Ay! La Pepa, aquellos eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares… estaban convencidos que el Pueblo Español era soberano y así lo escribieron hace doscientos años, también los constitucionalistas de 1978 lo consagraron en nuestra Constitución actual, en su artículo uno, apartado dos: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.
El poder es la capacidad que poseen los individuos o grupos de afectar, según su voluntad, la conducta de otros individuos, grupos o colectividades; el hecho clave es la capacidad real de control y manipulación que poseen unos seres humanos sobre otros. Su estructura está erigida, sobre todo, para el control político de la colectividad, ese poder adquiere legitimidad simplemente en el hecho de que exista un consenso suficiente en la aceptación de una autoridad y de su poder.
Todo esto se basa en dos creencias fundamentales:
1º. En la legalidad de los sistemas con normas políticas explícitas, por ejemplo, en forma de constitución.
2º. En el derecho de los hombres dotados de autoridad, de dar órdenes, dentro de los límites marcados por la ley.
Ello obedece a la idea de que la ley es la expresión de la soberanía popular y a su vez, ésta es considerada como la única fuente de legitimidad; fijaros, curiosamente es la ley quien es soberana y no los ciudadanos, y todo ello a pesar de lo consagrado en nuestra intocable Constitución de 1978.
Por tanto, la democracia es una forma de vida según la cual, cada ciudadano participa libremente en el funcionamiento del poder pero en realidad esto no es así, la democracia actual es la posibilidad de que todos los ciudadanos participen en el poder de estas tres formas:
- Acceso a cargos públicos.
- Por el voto (delegación del poder).
- Por el influjo en la opinión pública.
El requisito más elemental de la democracia es de la representatividad, la cual, normalmente, se expresa en el voto.
Los partidos políticos elaboran complejos programas electorales, los políticos elegidos por el partido, ojo elegidos y seleccionados por los partidos; nos venden el programa electoral, nos prometen todo lo que el pueblo llano quiere oír y si un partido ofrece una cosa, el otro nos ofrece la misma corregida y aumentada y cuando alcanzan el ansiado poder… si te he visto, no me acuerdo. Se acabó el programa político donde no decían que iban a recortar la sociedad del bienestar que tantos años de lucha ha costado, tampoco decían que había que aumentar la edad de jubilación, tampoco ponía en ese programa que había que abaratar el empleo, subir la luz, el gas, los injustos impuestos indirectos…
Los políticos nos utilizan para llegar al poder y una vez allí se creen que tienen patente de corso para hacer lo que los mercados quieran o lo que los grupos de presión les dicten o lo que les venga en gana a cada uno. El Pueblo Soberano, a través de su voto los ha puesto en el gobierno para que cumplan los programas con los que nos han convencido para que les votemos porque la soberanía, el poder, reside en el pueblo no en los partidos políticos ni en el líder de turno. Y cuando un político va en contra del pueblo, donde reside la soberanía, no lo puede representar de ninguna manera por muchas leyes que lo digan, porque la soberanía no reside en las leyes sino en el Pueblo Español.
Mal le va a una democracia cuyos legisladores actúan contra el pueblo al que “legalmente” representan, actúan contra sus intereses favoreciendo con sus políticas al gran capital y a las clases altas de la sociedad, una minoría del pueblo soberano; y si para colmo nos dicen que son “Los Mercados” vamos, lo que toda la vida se ha llamado: “El Capital”; los que han de dictar la política de una país… ¿Para qué queremos a los políticos?
Esto que tenemos en España, es una dictadura más o menos encubierta por una legalidad que favorece a los de siempre, a los poderosos. Ya lo decía Rousseau: “El más fuerte no es nunca bastante fuerte para ser siempre el señor, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber”.
¡Ay! La Pepa que en su artículo decimotercero decía: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”.
¿Hay futuro? Claro que sí, tenemos que buscar un lugar, una empresa, que nos garantice una vida mejor, donde el Jefe sea bueno y no nos despida, donde el trabajo sea para siempre, donde la crisis no exista porque el Estado te de todo el dinero que necesitas y el que no necesitas también, que te suban el “suelto” de un año para otro el doscientos por cien a base de subvenciones municipales, que esté en Palma del Río para no tener que emigrar a Laponia… vamos que me meto a cura y así podré gritar a los cuatro vientos… ¡Viva La Pepa!.
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