Según el
diccionario de la que “fija, limpia y da esplendor” en su acepción cuarta, el
vocablo corrupción significa: “en las organizaciones, especialmente en las
públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de
aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”.
En su primera
acepción la palabra corrupción es la acción y efecto de corromper; es decir, alterar
y trastrocar la forma de algo; echar a perder, depravar, dañar, pudrir;
sobornar a alguien con dádivas o de otra manera; pervertir o seducir a alguien;
estragar, viciar; corromper las costumbres…
Pues queda
perfectamente descrito el actual panorama español, esta es la auténtica marca de
España: la corrupción.
Que no se alarmen
mis lectores, no voy a decir lo mismo que día tras día vemos en televisión,
oímos por la radio o leemos en las redes sociales ni tampoco vamos a corregir a
la Real Academia Española… pero sí le vamos a dar ideas para que en la próxima edición
del Diccionario añadan más entradas a este vocablo, ahí van algunas:
La corrupción es
Real, porque llega y afecta hasta a la mismísima Corona Española; aunque pongan
más Reyes, tenemos dos, para… ¿desviar nuestra atención?
La corrupción es
Honorable, porque va de la mano del ex presidente de la Generalidad de Cataluña
que ha perdido el título a favor de ella.
La corrupción es
Santa, Católica y Apostólica, porque está en el ADN de la Iglesia desde tiempo
inmemorial y su banco vaticano es un claro ejemplo y los dos Papas también.
La corrupción es de
derechas, de centro y de izquierdas, porque afecta a todos los Partidos
Políticos del actual arco parlamentario y que se salve el que pueda.
La corrupción es
sindicalista, porque la cúpula sindical, como la de los partidos políticos y
todo quisqui en España, no hace ascos al dinero fácil y si para conseguirlo hay
que vender a la Clase Trabajadora, pues se vende y pelillos a la mar… que den
la cara los delegados sindicales, que no han participado en el proceso, para
que se la partan. Con la falta que hacen hoy en día unos sindicatos fuertes.
La corrupción es
funcionaria, porque hay funcionarios corruptos como se ha demostrado
recientemente.
La corrupción es
empresaria porque en este colectivo, nadie sería capaz de arrojar la primera
piedra.
Y si mis lectores
lo quieren en verso pues creo que nos sirve lo que dice de sí mismo D. Juan
Tenorio en la escena XII (primera parte – acto I), eso sí, referido a la
corrupción:
Por dondequiera que
fui,
la razón atropellé,
la virtud
escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres
vendí.
Yo a las cabañas
bajé,
yo a los palacios
subí,
yo los claustros
escalé
y en todas partes
dejé
memoria amarga de
mí.
Ni reconocí
sagrado,
ni hubo razón ni
lugar
por mi audacia
respetado;
ni en distinguir me
he parado
al clérigo del
seglar.
Como siempre, mis
inteligentes lectores lo habrán entendido todo, por eso son inteligentes y…
lectores de este blog.
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