sábado, 27 de junio de 2015

QUE ME VOY A LA MAGNA MARIANA.

Pues Señor, estaba yo tan tranquilo leyendo aquello de:

“Es verdad. Pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
peor si alguna vez soñamos:
y sí haremos, porque estamos
en mundo tan singular,
que vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta dispertar.
Sueña el Rey que es Rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y  este aplauso, que recibe
prestado, con el viento escribe
y  en ceniza le convierte
la muerte: ¡desdicha fuerte!”

Cuando viene a verme mi buen amigo… y me dice que lo acompañe a ver la “Regina Mater” de Córdoba, que también van a venir… en fin, que seremos cinco.

Lo miro con cara de incredulidad y me dice, para convencerme, que últimamente están observando que soy un hombre de poca fe y que quizá tantas imágenes coronadas me la devuelvan, que ahora es el momento porque posiblemente, este magno acontecimiento no se vuelva a repetir en muchos años.

Como todo buen católico, apostólico y romano sabe; en la teología católica, se llaman virtudes teologales a los hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad del hombre para ordenar sus acciones a Dios mismo. La fe es una de esas virtudes teologales, viene de la palabra latina “fides” que significa “confiar” en el asentimiento firme de la voluntad a una verdad basada sola y únicamente en la revelación divina.

Y acepté. El plan es el siguiente: nos desplazamos a Córdoba el sábado 27 de junio, iremos en coche, almorzaremos en una pequeña plaza situada en la confluencia de la calle Ocaña con la calle Rejas de Don Gome, junto a la plaza de San Agustín. Como mis amigos son así de “simpáticos”  resulta que la plaza en cuestión se llama “de las Beatillas” (seguramente habrán pensado que el sitio era el ideal para “abrir boca” y para ver si se me va pegando algo), el lugar en cuestión “El rincón de las Beatillas” una taberna que rebosa solera y antigüedad.

Muy cerca de esta recoleta plaza, está la Iglesia de San Agustín regida en la actualidad por los Padres Dominicos de la Orden de Predicadores.

Desde el 13 de marzo de 1558 un grupo formado por 50 cofrades tomó posesión de la capilla de la Magdalena y fundó la hermandad que en la actualidad lleva el título de Pontificia, Real y Centenaria Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias Coronada. Esta cofradía es la decana de todas las hermandades cordobesas y no ha sufrido ninguna interrupción a lo largo de su historia, por tanto, tienen una antigüedad demostrada e ininterrumpida de 457 años y algunos meses.

Al parecer, por ser la cofradía más antigua y con más solera de Córdoba, haremos el recorrido con ella hasta la Cruz del Rastro. En fin, todo sea en nombre de la amistad.

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