Pues Señor, estaba
yo tan tranquilo leyendo aquello de:
“Es verdad. Pues
reprimamos
esta fiera
condición,
esta furia, esta
ambición,
peor si alguna vez
soñamos:
y sí haremos,
porque estamos
en mundo tan
singular,
que vivir sólo es
soñar;
y la experiencia me
enseña
que el hombre que
vive, sueña
lo que es, hasta
dispertar.
Sueña el Rey que es
Rey, y vive
con este engaño
mandando,
disponiendo y
gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, con el
viento escribe
y en ceniza le convierte
la muerte:
¡desdicha fuerte!”
Cuando viene a
verme mi buen amigo… y me dice que lo acompañe a ver la “Regina Mater” de Córdoba,
que también van a venir… en fin, que seremos cinco.
Lo miro con cara de
incredulidad y me dice, para convencerme, que últimamente están observando que
soy un hombre de poca fe y que quizá tantas imágenes coronadas me la devuelvan,
que ahora es el momento porque posiblemente, este magno acontecimiento no se vuelva
a repetir en muchos años.
Como todo buen
católico, apostólico y romano sabe; en la teología católica, se llaman virtudes
teologales a los hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad
del hombre para ordenar sus acciones a Dios mismo. La fe es una de esas
virtudes teologales, viene de la palabra latina “fides” que significa “confiar”
en el asentimiento firme de la voluntad a una verdad basada sola y únicamente
en la revelación divina.
Y acepté. El plan
es el siguiente: nos desplazamos a Córdoba el sábado 27 de junio, iremos en
coche, almorzaremos en una pequeña plaza situada en la confluencia de la calle
Ocaña con la calle Rejas de Don Gome, junto a la plaza de San Agustín. Como mis
amigos son así de “simpáticos” resulta
que la plaza en cuestión se llama “de las Beatillas” (seguramente habrán
pensado que el sitio era el ideal para “abrir boca” y para ver si se me va pegando
algo), el lugar en cuestión “El rincón de las Beatillas” una taberna que rebosa
solera y antigüedad.
Muy cerca de esta
recoleta plaza, está la Iglesia de San Agustín regida en la actualidad por los Padres
Dominicos de la Orden de Predicadores.
Desde el 13 de
marzo de 1558 un grupo formado por 50 cofrades tomó posesión de la capilla de
la Magdalena y fundó la hermandad que en la actualidad lleva el título de Pontificia,
Real y Centenaria Hermandad y Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias
Coronada. Esta cofradía es la decana de todas las hermandades cordobesas y no
ha sufrido ninguna interrupción a lo largo de su historia, por tanto, tienen
una antigüedad demostrada e ininterrumpida de 457 años y algunos meses.
Al parecer, por ser
la cofradía más antigua y con más solera de Córdoba, haremos el recorrido con
ella hasta la Cruz del Rastro. En fin, todo sea en nombre de la amistad.
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