Mis amigos, los de
vamos a Córdoba a ver la Magna Mariana, son tan buena gente como despistados.
Efectivamente nos fuimos a Córdoba, estuvimos en el “Rincón de las Beatillas”
(se come estupendamente y los caldos de Montilla-Moriles son excelentes),
pasaban las horas y no veíamos movimiento de gente hacia la Plaza de San
Agustín, pensamos que sería temprano, nadie llevaba un horario… al cabo del
tiempo preguntamos y resulta que la Pontificia, Real y Centenaria Hermandad y
Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias Coronada no participaba en la Magna
Mariana.
Al traste con mi
reconversión, se lo expliqué a mis colegas… si la fe la infunde Dios en la
inteligencia y en la voluntad del hombre para ordenar sus acciones hacia Dios
mismo y a mí no me la ha infundido… pues tendré que decir como Don Juan
Tenorio:
“Llamé al cielo y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, y no yo.”
“Llamé al cielo y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, y no yo.”
Creo que
entendieron mi razonamiento o me dieron que sí para no oírme. Terminamos el día
en la Sociedad de Plateros de la calle María Auxiliadora, regresando sin
novedad a Palma.
Al día siguiente
pude terminar mi lectura:
“¿Qué es la vida?
Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
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