Los nietos de los
vencedores de la Santa Cruzada que hubo en España en el segundo tercio del
siglo XX ya lo han conseguido, o lo están consiguiendo.
Herederos de la derecha
más ultramontana y más ultra, están contentos y se les ve felices.
Han conseguido lo
que hoy, hace treinta y dos años, no logró otro que quería salvar a España. Han
secuestrado la Soberanía Nacional ese concepto que le da todo el poder a la nación,
es decir a los ciudadanos y que éstos dejan constancia en la constitución que
le ceden al Estado, a la Cortes, para que la administre en nombre del Pueblo y
para su bien.
Pues nada de eso, hacen y deshacen sin contar para nada con la
opinión de la mayoría de ciudadanos españoles que no es ni mucho menos la
manifestada en las urnas el 20 de noviembre de 2011 que consiguieron a base de
engaños.
Digo yo que a cada
españolito nos debe corresponder un pequeño trozo del salón de plenos de la
Cortes, porque se supone que en ese salón de plenos, estamos todos representados,
está claro que al pueblo llano le corresponden trocitos del suelo que es por
donde pisan sus señorías, toda una alegoría, y que a los diputados del Partido
Popular le corresponden los trocitos del techo o cielo de la cámara, sobre todo
los que tienen agujeritos redondos.
Cada vez que se sienten en sus cómodos
escaños para aprobar una ley a favor del despido, a favor de los desahucios, a
favor de los grandes banqueros, a favor de la iglesia Católica, a favor de los
grandes empresarios, a favor de la corona, a favor de indultar a los suyos y en
contra del Pueblo Español y miren hacia arriba para contemplar sus agujeritos,
suspirarán para sus adentros llenos de gozo y pensarán entre sonrisas… ¡Ya lo
hemos conseguido Antonio!
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