En la Edad Media y ya avanzado el siglo XIX y comienzos del XX, se hizo tremendamente popular el apodo de sacamantecas a toda aquella persona relacionada con el llamado hombre del saco. Éste era un calificativo que se usaba para asustar a los niños. Se decía que a los niños se les sacaba el sebo (grasa corporal) para fabricar una especie de ungüento que a la postre serviría para sanar y/o curar la tuberculosis.
El hombre del saco, viejo del saco, viejo del costal, el hombre de la bolsa, el viejo de la bolsa… es un personaje del folclore infantil hispánico. Se le suele representar como un hombre que vaga por las calles cuando ya ha anochecido en busca de niños extraviados para llevárselos metidos en un gran saco a un lugar desconocido. Este personaje está caracterizado como un asustador de niños, y se utiliza como argumento para asustar a los niños y obligarlos a que regresen a casa a una hora temprana. Es similar al coco y al sacamantecas.
Pues bien, lo palmeños hace tiempo que perdimos el miedo a todos estos personajes como el Manteca y sus acompañantes: el hombre del saco, el viejo del costal o el hombre de la bolsa; nada de lo que digan nos asusta ni intimida porque nosotros, los auténticos palmeños, somos defensores acérrimos de la Libertad de Expresión, la Verdad, la Democracia y la Soberanía Nacional y a lo largo de nuestra historia lo hemos demostrado.
Los palmeños de adopción tampoco nos tiembla la pluma a la hora de desir lo que realmente pensamos duela a quien duela.
ResponderEliminar