SEÑOR PRESIDENTE, NO DIMITA.

A pesar de lo que piden o exigen la mayoría de los partidos políticos, desde este rinconcito de internet, le pedimos y suplicamos al señor presidente del gobierno D. Mariano Rajoy Brey que no dimita, que se mantenga en su puesto hasta el día 22 ó 29 de noviembre de 2015 fecha de las elecciones generales.

Haga algo útil por el pueblo español que lo ha soportado durante cuatro interminables años, deje que seamos los ciudadanos, los que le pongamos de patitas en la calle.

Deje que sean los desahuciados los que lo desahucien a usted del palacio de la Moncloa.

Deje que sean los miles y miles de personas que ha enviado al paro las que, con su voto, lo envíen al paro dorado de los ex-presidentes del gobierno.

Siga el ejemplo de sus barones y lideresas que están cayendo con las botas puestas cual general Custer en Little Big Horn, déjenos ser su “Caballo Loco”.

Déjenos ver la cara que se le va a poner cuando, habiendo ganado las elecciones, como siempre; se tenga que ir del gobierno.

Déjenos ver el nerviosismo de los jerarcas de la Iglesia Católica Apostólica y Romana cuando vean que su principal adalid y garantía de millonarios ingresos, pasa a engrosar las listas del paro, eso sí, con el cielo ganado por los servicios prestados.

Déjenos ver cómo los grandes banqueros, los rescatados, los que han arruinado España, intentan esconderse para que no les pille el alargado brazo de la justicia.

Déjenos ver cómo a los grandes empresarios se les cambia la cara de negreros que tienen cuando comprendan que sin Rajoy, su época dorada de explotación sin escrúpulos, llega a su fin y que el chollo se les acaba.

Con su salida, obligada por las urnas, comenzarán a funcionar las instituciones democráticas, y tendremos seguramente un nuevo ¡boom! del ladrillo, porque no va  a haber suficientes albañiles en España para construir las cárceles que hacen falta para todos los políticos corruptos que habitan en su partido…

Sea por una vez, y sin que sirva de precedente, generoso con la ciudadanía española y permita que le echemos del lugar que no ha sabido ocupar y al que nunca, por el bien de España, debió llegar.