sábado, 22 de noviembre de 2014

LA CONDESA DE PALMA NO HA MUERTO Y ADEMÁS… ES CONDE.

Oíamos el pasado jueves, 20 de noviembre de 2014, en Radio Palma Cadena SER 91.9 a uno de los cronistas de Palma del Río dar la noticia del fallecimiento de Dª Cayetana Fitz-James Stuart y Silva diciendo con autoridad, voz solemne y de forma sevillanísima: “Ha muerto la Condesa de Palma” y se equivocaba. 
El abuelo de la duquesa de Alba, D. Alfonso de Silva y Fernández de Córdoba, duque de Híjar, dejó por escrito su deseo de que al fallecer Dª Cayetana, los títulos provenientes de la casa de Híjar volvieran a separarse de la Casa de Alba, Cayetana al ser hija única, estaba en posesión de los títulos de la casa de Alba y de la casa de Híjar. 
En abril de 2013, Dª Cayetana decidió, en vida, cumplir con los deseos de su abuelo y cedió a su hijo D. Alfonso Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart (Duque de Aliaga), varias parcelas rústicas y la finca del antiguo castillo de El Tejado en Calzada de Don Diego (Salamanca). También recibió varios títulos nobiliarios, entre ellos, el Ducado de Híjar, los condados de Guimerá, de Ribadeo, de Aranda y el de Palma del Río (2 de abril de 2013), tres de ellos con Grandeza de España además de los marquesados de Almenara y de Orani. 
Por tanto, el actual XIX Conde de Palma del Río es D. Alfonso Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, segundo hijo de Dª Cayetana Fitz-James Stuart y Silva y está, al día de la fecha, vivito y coleando. Antes de dar un titular tan rimbombante hay que informarse. Y está preparando una tesis doctoral sobre el Cardenal Portocarrero 1635-1709… ¡Madre mía!

lunes, 17 de noviembre de 2014

CORRUPTĬO, -ŌNIS (I)

Según el diccionario de la que “fija, limpia y da esplendor” en su acepción cuarta, el vocablo corrupción significa: “en las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”.
En su primera acepción la palabra corrupción es la acción y efecto de corromper; es decir, alterar y trastrocar la forma de algo; echar a perder, depravar, dañar, pudrir; sobornar a alguien con dádivas o de otra manera; pervertir o seducir a alguien; estragar, viciar; corromper las costumbres…

Pues queda perfectamente descrito el actual panorama español, esta es la auténtica marca de España: la corrupción.
Que no se alarmen mis lectores, no voy a decir lo mismo que día tras día vemos en televisión, oímos por la radio o leemos en las redes sociales ni tampoco vamos a corregir a la Real Academia Española… pero sí le vamos a dar ideas para que en la próxima edición del Diccionario añadan más entradas a este vocablo, ahí van algunas:
La corrupción es Real, porque llega y afecta hasta a la mismísima Corona Española; aunque pongan más Reyes, tenemos dos, para… ¿desviar nuestra atención?
La corrupción es Honorable, porque va de la mano del ex presidente de la Generalidad de Cataluña que ha perdido el título a favor de ella.
La corrupción es Santa, Católica y Apostólica, porque está en el ADN de la Iglesia desde tiempo inmemorial y su banco vaticano es un claro ejemplo y los dos Papas también.
La corrupción es de derechas, de centro y de izquierdas, porque afecta a todos los Partidos Políticos del actual arco parlamentario y que se salve el que pueda.
La corrupción es sindicalista, porque la cúpula sindical, como la de los partidos políticos y todo quisqui en España, no hace ascos al dinero fácil y si para conseguirlo hay que vender a la Clase Trabajadora, pues se vende y pelillos a la mar… que den la cara los delegados sindicales, que no han participado en el proceso, para que se la partan. Con la falta que hacen hoy en día unos sindicatos fuertes.
La corrupción es funcionaria, porque hay funcionarios corruptos como se ha demostrado recientemente.
La corrupción es empresaria porque en este colectivo, nadie sería capaz de arrojar la primera piedra.
Y si mis lectores lo quieren en verso pues creo que nos sirve lo que dice de sí mismo D. Juan Tenorio en la escena XII (primera parte – acto I), eso sí, referido a la corrupción:
Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Ni reconocí sagrado,
ni hubo razón ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar.
Como siempre, mis inteligentes lectores lo habrán entendido todo, por eso son inteligentes y… lectores de este blog.