Ya lo dijimos
en nuestra entrada correspondiente al sábado, 10 de septiembre de 2011.
Fue el Rey Don
Juan II de Castilla y León (1405–1454) por albalá (carta o cédula real en que
se concedía alguna merced, o se proveía otra cosa) fechado el 23 de enero de
1451 y refrendado por su secretario, Pedro Fernández de Lorca; quien otorgó a
Martín Fernández Portocarrero, VI Señor de Palma, la celebración de una feria
libre y perpetua en la entonces villa de Palma, que durase quince días, desde
la Asunción de Nuestra Señora (15 de agosto) de cada año. Este privilegio fue
ratificado por los Reyes Católicos en julio de 1485.
Por tanto, la
feria que celebramos los días: 24, 25, 26 y 27 de agosto de 2017 cumple 566
años.
No todas las
ciudades y municipios pueden decir que su feria se remonta al siglo XV y que
llevan más de cinco siglos y medio celebrándose.
A pesar de su
antigüedad y tradición, a esta feria va muy poca gente. Es cierto que los
tiempos cambian y que la segunda quincena de agosto es temporada alta de
vacaciones, que muchos palmeños aprovechan estos días de feria para irse unos
días a la playa. También, no es menos cierto, que los espectáculos programados
no invitan a quedarse, que no se me interprete mal, hay que apoyar a los
artistas palmeños, pero además hay que traer espectáculos más mediáticos, con
gente famosa, que atraiga al personal, incluso se podría incorporar un buen
castillo de fuegos artificiales el último día.
De todas
formas entendemos que, a pesar de las opiniones que hay por ahí, la solución no
es quitar la feria de agosto, sino potenciarla. Esperemos que la Sra. Concejala
de Festejos tome nota.