Así dice la leyenda
que fray Luis de León, catedrático de Teología y Filosofía de la Universidad de
Salamanca, comenzó su clase cuando volvió a su cátedra después de un periodo de
ausencia.
A este fraile
agustino lo metieron en la cárcel por traducir algunos libros que no estaban
bien vistos, pero esto no impidió que su carrera docente siguiera activa y
progresando. Las denuncias, más motivadas por envidias y rencillas que por otra
cosa, acabaron provocando que la Inquisición abriera un proceso contra él que
duró 5 años en los que estuvo encarcelado y después de los cuales fue
finalmente absuelto. Según la leyenda al volver a su cátedra después de ese
período de ausencia, comenzó su clase con la frase: “Como decíamos ayer…”
Ni soy fraile
agustino, ni he traducido ningún libro, ni soy profesor… de alguna manera había
que comenzar este post después de un año de ausencia y se me ha ocurrido que
esta era una buena forma de hacerlo.
Tal día como hoy, hace
un año, decidí que debía tomarme un año sabático y creo que he acertado. No me
gustaba el cariz que iban tomando mis post y decidí que debía sosegarme un poco
para volver con más tranquilidad aunque con la misma energía y contundencia.
Me ha costado mucho
trabajo dejar el blog “parado” durante este tiempo, sobre todo cuando he
observado como todos los días había alguien que entraba y leía los post
escritos…
Gracias a todos los
que habéis seguido el blog durante este año de silencio autoimpuesto.
Como dijo otro
fraile agustino, catedrático de Teología Bíblica de la Universidad de
Wittenberg: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa”.